Embalse del Sobrón y Salinas de Añana
Salimos a
última hora de la mañana puesto que yo tengo que trabajar, nos llevamos
unos bocadillos y arrancamos la furgoneta. Nuestro propósito es llegar
al embalse del Sobrón, donde hemos reservado unas piraguas en una zona
de recreo llamada "el embarcadero". La primera parada antes de llegar al
embalse va a ser en Frías y nos detenemos en una zona picnic cerca de
su emblemático puente para comer. Aunque la zona está concurrida tenemos
suerte y encontramos una mesa a la sombra. De allí ponemos rumbo hacia
el embalse. La zona donde está ubicado el embarcadero no puede ser más
bonita. Es un entorno privilegiado con zona de baño y picnic.
Conseguimos la piragua de dos plazas y nos echamos al agua con ella. El
tiempo es espectacular ya que tampoco hace demasiado calor. Tras
hacernos con el manejo de la piragua vamos recorriendo el embalse
disfrutando en ambas orillas de un entorno magnífico. A pesar de que el
agua está calmada al regreso me encuentro algo indispuesta. Descansamos
el resto de la tarde en el entorno del embarcadero y cenamos por la
noche con una temperatura maravillosa. Dormimos tranquilamente en el
pueblecito que hay cercano, San Martín de Don.
A la mañana
siguiente tras desayunar de picnic en la zona del embarcadero cogemos
nuestras bicicletas y nos ponemos de camino a
Las Salinas de Añana. Ubicadas a unos 30 km. de Vitoria, son una de las fábricas de sal más antiguas del mundo, con sus más de 6.500 años de historia. Su apreciada sal proviene de un antiguo mar de hace más de 200 millones de años.
Las Salinas de Añana. Ubicadas a unos 30 km. de Vitoria, son una de las fábricas de sal más antiguas del mundo, con sus más de 6.500 años de historia. Su apreciada sal proviene de un antiguo mar de hace más de 200 millones de años.
Llevaba
tiempo interesada en su visita pues la extracción de sal de estas
salinas es un proceso más sencillo que las salinas de Poza de la Sal. La
visita termina en el spa salino que allí tienen preparado donde metemos
los pies en un agua muy salinizada.
Al terminar nos vamos a comer algo al pueblo.
El
regreso en bicicleta lo alargamos pasando por pequeñas localidades
como Atiega, Guinea y Espejo. En este último nos encontramos a los del
pueblo celebrando una pequeña fiesta con una música atronadora. Como no
encontramos nada en Espejo para tomarnos un café ponemos rumbo con las
bicis al coche. Al llegar al embarcadero de nuevo, donde espera la
furgo, nos tomamos un merecido descanso y ponemos rumbo a casa tras un
fin de semana formidable.
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